26 Apr

9. ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? Quién sabe

08:38

¡Hola, hola! Aquí Manu, en el episodio 9 del podcast de Evolución Docente o Posiciones de Educación. Este episodio se llama Mala Suerte, Buena Suerte, ¿Quién sabe? Hoy vengo a contarte un breve cuento cuyo autor es Anthony DeMello, que es un cuento con un aprendizaje detrás que podría aplicarse perfectamente a cualquier faceta de tu vida y, por supuesto, a las oposiciones. Porque en la oposición, al igual que en la vida, a veces lo que parece una cagada monumental acaba siendo un regalo disfrazado.

Antes de empezar, si quieres más historias reales, estrategias que funcionan, herramientas que pueden hacerte tu día a día más fácil y correos que te dan un guantazo cariñoso cuando más lo necesitas, pásate por evoluciondocente.com y apúntate gratis. Ahora sí, vamos con el cuento. Érase una vez un granjero anciano cuya mayor posesión en la vida era un caballo con el que labraba la tierra. Un día olvidó cerrar las puertas del establo y el caballo escapó hacia la montaña. Los vecinos del granjero acudieron a consolarlo. ¿Qué mala suerte tienes? Has perdido tu caballo en pleno tiempo de cosecha, le dijeron. Quedarás en la ruina. El granjero respondió, buena suerte, mala suerte, quién sabe.

Una semana después, el caballo regresó de la montaña con una manada de caballos salvajes. Los vecinos felicitaron al granjero por su buena suerte, pero su respuesta fue la misma, buena suerte, mala suerte, quién sabe. A los pocos días, cuando el hijo del granjero intentó domesticar a uno de los caballos salvajes, cayó de él y se rompió una pierna. Los vecinos del granjero acudieron a consolarlo. ¿Qué mala suerte tienes? Le dijeron. Ahora sí que quedarás en la ruina sin tener quien te ayude a cosechar. La respuesta del granjero, como te imaginas, no cambió, buena suerte, mala suerte, quién sabe.

Algunas semanas después, el ejército del emperador llegó a la aldea y reclutó a todos los jóvenes para la guerra. Solo dejaron atrás al hijo del granjero, por tener la pierna rota no era apto para el servicio. Pronto llegaron los vecinos y entre lágrimas dijeron, tu hijo es el único que no ha sido enviado a la guerra, qué buena suerte tienes. ¿Y tú? ¿Qué crees que respondió el granjero? ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? ¿Qué te parece este breve relato? A mí la verdad que desde la primera vez que lo escuché me encantó, porque, como te imaginas, se puede aplicar a cualquier faceta de tu vida.

Te cuento una historia real que me sucedió a mí cuando me presenté a las oposiciones, cuando me presenté la última vez, la vez que saqué la plaza. Ese año, en un ejercicio práctico de geología, había hecho una respuesta perfecta, y no es que yo me lo inventé, es que tenía la corrección calcada de un libro de referencia. Sabía que me había salido perfecto y que ese ejercicio tenía un 10. Sin embargo, cuando salieron las notas, ¡guantazo de realidad! Me habían puesto un 4 sobre 10. Como te imaginas, no me lo podía creer.

Más tarde me enteré de que el tribunal había corregido con una rúbrica que habían terminado de diseñar ellos, porque, digamos, las oposiciones a los tribunales dan una rúbrica, pero puede ser ambigua, puede ser abierta y tienen que terminar de perfilarla. Y bueno, no lo habían corregido bien. Valoraron cosas que, en teoría, no debían tener en cuenta, porque no era lo que pedía el ejercicio. Mi primer pensamiento cuando yo vi la nota y me quedé helado fue que era una auténtica putada. Claro, ¿qué voy a pensar? Me merecía un 10 y me habían puesto un 4. Pero, ¿sabes qué es lo que pasó? Que, como a mí, a todos les bajaron la nota y yo, con la media que saqué, pues pasé a la siguiente fase.

Sin embargo, hubo mucha gente que, seguramente, por esa nota, no aprobó la primera prueba de las oposiciones, no aprobó este ejercicio, se quedó fuera por décimas, incluso por centésimas. Y eso, de forma egoísta, a mí me benefició, porque al final tenía menos competencia para la segunda prueba, más opciones de que una de las plazas que había asignadas en mi tribunal fuera para mí. No es lo mismo llegar a la segunda parte de las oposiciones, a la parte de la programación didáctica y de la unidad didáctica situación de aprendizaje, compitiendo contra 20 que compitiendo contra 50. ¿Por qué? Porque seguramente muchísimos interinos pata negra no pasaron este corte y estos son los que principalmente luego con el baremo me podían a mí arrebatar una plaza. Al final eso, pues como te digo, me benefició.

¿Me parece justo? Pues no, la verdad es que no me parece justo, porque realmente ese ejercicio lo tenían que haber evaluado de otra forma. Pero me ayudó, me ayudó mucho, claro que sí. Así que mala suerte, buena suerte, quién sabe. Y te cuento otra de una persona que conozco y es que suspendió la oposición, se quedó de interina y la mandaron a un pueblo de la Conchinchina, un pueblo de estos de los que no aparece ni en Google Maps. Se fue de morro pensando que era lo peor que le podía pasar y resulta que en ese pueblo conoció a alguien que le cambió la vida.

Hay gente que en este tipo de situaciones encuentra un grupo de compañeros que se convierte en su familia o descubres un ritmo de vida diferente que te hace más feliz que cualquier plaza. Así que mala suerte, buena suerte, quién sabe. O imagínate esto, te presentas por tu especialidad de toda la vida, la que llevas preparándote años, palmas en el examen, te quedas tocado por pensando que ya está, que todo el esfuerzo que le has metido no ha servido para nada y de repente te llaman de una bolsa extraordinaria que habías echado años atrás, sin esperanza ninguna de que te llamaran, una bolsa de una FP rarísima, de esas de las que hay dos otros institutos en toda la comunidad autónoma y un poco resignada o vas medio obligado y al final te enamoras de la especialidad, te flipa lo que enseñas, conectas con los alumnos, disfrutas cada día, te das cuenta de que si hubieras sacado plaza en la otra especialidad en la que te habías presentado, te habrías quedado atrapado en algo que ni te llenaba o que te llenaba mucho menos de lo que te llena lo que acabas de descubrir.

Así que mala suerte, buena suerte, quién sabe. Así que ya sabes, en las oposiciones como en la vida, no te precipites al juzgar lo que te pasa. A veces lo que parece un palo hoy es el empujón que te hace llegar a donde realmente tienes que estar. Tú sigue tu camino, no pierdas el norte y si quieres que cada lunes te mande un correo que te haga reflexionar, pensar o que te meta una buena dosis de energía, pásate por evoluciondocente.com y apúntate a la newsletter. Es gratis y si te terminas aburriendo pues te borras en dos clics dándole al botón de suscribir que tenemos abajo de cada email que enviamos. Si te suscribes hasta mañana, si no te suscribes hasta el domingo que viene. ¡Chao!

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