Hola, hola. Aquí Manu en el episodio número 11 del podcast de Evolución Docente o Posiciones de Educación. Este episodio se llama anécdotas para conectar con tus alumnos. Un episodio más enfocado a cómo gestionar aquellas clases en las cuales los alumnos no consigues que se motiven, que te encuentran, bueno, no consigues conectar con ellos. Y es que hoy te voy a conectar algunos ejemplos de por qué las anécdotas pueden ser, en muchos casos, tu mejor recurso en el aula. Y no, no hace falta que te haya pasado nada increíble. Basta con contar algo que sea verdad. Antes de entrar en materia, ya sabes, si no estás en la newsletter de evoluciondocente.com, apúntate. Entra en evoluciondocente.com y ahí, dejando simplemente tu correo, te puedes apuntar de forma totalmente gratis. Siempre dejamos, en cada momento hay un regalo diferente, pero cuando entres te llevarás un regalo y cada lunes recibirás un correo con ideas, historias, recursos que te pueden ayudar a conseguir destacar más en tu posición, a conectar mejor con tus alumnos, a dar tu clase de forma más cómoda, a reducir tiempo de trabajo burocrático. En fin, cositas que vamos creando que pensamos que te pueden venir bien y en cualquier caso, si no te gusta, pues te puedes dar de baja sin problema. Ahora sí, vamos, vamos al lío. Si tú entras en tu clase en modo robot y sueltas el tema que te toca dar, como si fueras, pues eso, un robot, Siri, ahí con mala leche, en plan, hoy vamos a hablar de los animales vertebrados, los animales vertebrados, eso no, ahí los pierdes. Pero si cuentas una historia, una anécdota, aunque no tenga mucho que ver con el tema, que sí puede tener que ver, pero no hace falta, algo que sea tuyo, algo real, ahí te escuchan y ahí es donde empieza la magia, porque tus alumnos son, la mayoría de ellos, unos cotillas y todo lo que sea un poquito de salseo les va a interesar y es una forma de engancharlo para después contarle el tema de los vertebrados o el tema que te toque. Empecemos por entender el poder de una anécdota bien contada. Primero te lo voy a decir claro, ¿vale? No necesitas ser monologuista del club de la comedia, ya sabemos que hay determinado perfil de profe que se le da mejor, pues de alguna forma ser más bromista, que los alumnos se rían, conecta con ellos y otros pues son, tienen otro perfil, un perfil más profesional, más distante, que por tanto es más, bueno, digamos, son dos perfiles diferentes, ninguno es mejor ni peor, pero en este caso es lo que te digo, ¿vale? No necesitas ser de ningún perfil, porque lo único que necesitas es ser tú y recordar que tus alumnos, aunque a veces no lo parezca, están deseando conectar contigo, porque tus alumnos pasan ahí entre esas paredes seis horas al día y están deseando pues estar más a gusto. ¿Qué pasa? Que la mayoría de ellos no quieren datos, lo que quieren es sentir que los profesores pues les hablan en su propio idioma. Te pongo algunos ejemplos. Una vez conté que en tercero de eso, cuando yo estaba en tercero de eso, suspendí matemáticas. En ese momento se hizo un silencio total. Mi clase me tiene en alta estima, sobre todo en materia científica. Hasta el que tenía en este caso sentado en primera fila para tenerlo controlado, el más gamberro de la clase, me miró como si yo acabara de decir que había pisado la luna. Y este mismo alumno me dijo, ¿y ahora eres profe? Pues sí y además me encantan las mates. Me costó pillarlas y además te diré una cosa. En mi caso concreto fue por culpa de un profe que, bueno, no me hace sentir bien y me hablaba de forma que yo creía que era un poco tonto. Cuando yo conté esto no duró ni dos minutos la historia, pero ese día se engancharon totalmente. El resto de las clases, o sea, estuve dos minutos contando eso y el resto de las clases fue una clase de participación, de silencio, de muy bien. ¿Y esto por qué? Pues porque les hablé desde abajo, no desde un punto de vista del profesor. Es como le puse en su piel yo cuando yo estaba en tercero de eso. Esto me funcionó muy bien. Al final es que una anécdota, como en este caso, puede ser un espejo para tus alumnos. Y cuando con él cuentas historias incluso que tocan más de tu vida personal, incluso en modo storytelling conectas mucho más. Recuerdo un día en una sesión de tutoría que tenía dos alumnas que me habían, bueno, me habían...han querido hablar conmigo porque porque no consiguían aprobar matemáticas ni ni para atrás, que otra vez otros se venden matemáticas a suspenso. Yo ya había tenido tutoría con sus padres porque me lo habían solicitado para ver de qué forma podremos atajar este problema. Bueno, las dos chavalas estaban hechas mixto, una de ellas se ve que se había harto de llorar y ahí saqué yo pues mi recurso de Storytelling para para hacerle ver que que no eran tan inútiles como ellas se sentían, porque así se sentían, así me lo hicieron saber. Maestro, es que yo creo que no sirvo para las matemáticas. Maestro, es que esto, no sé, cuando pase de curso, el siguiente curso va a ser peor. Bueno, ¿qué les conté? Pues una historia real. Les conté que cuando yo estaba en el instituto, las matemáticas y las físicas, pues que me costaban un montón, que las iba probando con los justitos, que suspendía bastantes exámenes y que si no hubiera sido por mi padre las habría suspendido. Mi padre, que tenía una mente muy científica, trabajaba reparando ordenadores en el negocio familiar y yo pues me pasaba las tardes en su taller haciendo ejercicio y cuando tenía dudas, que eran en casi todos los ejercicios, pues él me echaba un cable y me explicaba pues por dónde había que meterle mano, por qué, etcétera. Me explicó pues, no sé, derivadas integrales en química, reacciones químicas. Al final era mi salvador. Yo con él me sentía seguro, sí, y al final terminaba probando, pero aunque yo me sentía seguro también me sentía muy dependiente. Yo me sentía un poco inútil, pensaba que sin él yo, pues, no podría haber aprobado estas materias. Y luego la vida me dio pues lo que vino a ser el mayor golpe que me ha dado jamás. Mi padre falleció cuando yo tenía 18 años. Acababa de terminar segundo de bachillerato y pero todavía no había empezado la carrera. Y en ese primer año de carrera, una carrera de ciencias, yo estudié ciencias ambientales, pues tenía en el primer trimestre, bueno, primer cuatrimestre en la universidad, pero en el primer cuatrimestre una asignatura de física, físicas aplicadas. Pues bien, para el examen de física no estudié nada porque me confié con el cuaderno de práctica. Digamos que para hacer el examen, para poder hacer el examen, tenías que entregar un cuaderno de práctica que habría que haber hecho a lo largo del cuatrimestre, pero yo, bueno, pues me confié y pensaba que eso se hacía en una tarde. Y al final, el día antes del examen, a las once y media de la noche, fue cuando terminé el cuaderno de prácticas. En ese momento ni había abierto ni una página del temario. Me acuerdo perfectamente, como si fuera como si fuera ayer, llorando en la cocina, diciéndole a mi madre que no me presentaba, que qué vergüenza, que iba a ser ridículo, que que iban a pensar mis profesores de mí, que iban a pensar mis compañeros cuando vieran mi nombre con un cero en el tablón de notas, allí en el tablón del corcho que teníamos en la facultad. Y mi madre, pues sin hacer ningún drama, me dijo, Manu, ve, total, no pierdes nada. Es que no presentarte y un cero es prácticamente lo mismo. Y total, que al final, bueno, le costó convencerme, pero me convenció y fui. Y pasó algo increíble. Fui al examen, entregué el cuaderno, eso sí lo había terminado, el cuaderno de prácticas, y entré sin presión ninguna, sin expectativas. Y cuando me pusieron el examen por delante, dije, bueno, voy a saber, por lo menos para saber qué preguntan. Y empecé a deducir cosas, a razonar, a tirar de lógica. Respondí lo que pude. Hice los cálculos y dije, leñe, si lo tuviera bien todo lo que respondido, podría sacar un 6. O sea, contesté el número de preguntas exactas como para, si todas ellas estuvieran perfectas, obtener un 6. Adivina qué nota saqué. Un 6. A ver, un 6 no es brillante, pero eso fue el mío. Fue en el primer momento en el que entendí que sí valía, que no era tan inútil como creía, que no dependía al 100% de lo que yo creía que dependía, que era de la ayuda de mi padre. Ahí fue cuando me di cuenta que en realidad mi cabeza sí funcionaba bien, que no era pues tan limitado como yo pensaba que era cuando era alumno de instituto. No era tan limitado como muchos de mis alumnos se piensan que ellos son y que no lo son. Y cuando cuento esto en clase, muchos alumnos se ven reflejados. Al principio estaban pensando, antes de la historia, piensan que son malos, que se sienten inferiores a muchos compañeros, pero cuando terminan, se vienen arriba, o sea, cuando termino de contar la historia, se vienen arriba porque se dan cuenta de que lo único que les hace falta es creer un poco más en ellos mismos. Esta historia real me ha servido cada vez que la he contado en una tutoría o incluso en alguna otra clase cuando tengo alumnos que están muy preocupados, pierdo cinco minutos para contarlo, conecto con ellos de formatotalmente honesta y brutal y le sirve de inspiración y al final, bueno, simplemente decirte, todos tenemos algo que contar aunque creas que tu vida es aburrida, cualquier cosa te puede servir para dar una lección a tus alumnos a mí hay quien me dice, Manu, es que yo no tengo historia y yo le digo, a ver, si has pasado por un examen, por un error, por una ruptura una metida de patas, una alegría inesperada no tienes historia, solo tienes que organizarla bien, la forma de contarla para crear esa conexión con tus alumnos, que no hace falta que hayas cruzado el Amazonas en canoa, que si lo has hecho, estás tratando de contárselo a tus alumnos solo hace falta, al final, que lo que cuentes sea verdad, como si le hablaras a un amigo tomando un café y de esta forma vas a conectar con tus alumnos y el resto de la clase va a fluir oye, Manu, y puedo usar esto contar una historia en la oposición pues sí, puedes hacerlo, hazlo pero con cabeza en tu defensa puedes usar anécdotas, pero que tengan sentido y sin explayarte mucho no metas una historia solo para parecer que eres más simpático o más simpática úsala para reforzar algo de tu programación, tu idea pedagógica por ejemplo, podrías decir algo así o al final, en algún sitio en el que te encaje podrías decirle al tribunal en una clase que tuve hace dos años, un alumno con TDH me dijo profe, ¿por qué los profes solo ven las cosas cuando las hago mal? en ese momento me di cuenta que tenía que diseñar mis refuerzos positivos de otra forma ves, estás contando una historia real, algo que pasó, algo que te dijo un alumno para que tú cambiases o potenciases tu metodología eso engancha, siempre que sea real, por supuesto, y demuestra que sabes de lo que hablas así que nada, ya sabes, si quieres conectar con tus alumnos con el tribunal, con quien sea no te centres solo en dar lecciones, cuenta historias porque cuando hablas desde la emoción, desde tu experiencia real ahí nadie se aburre y todos aprenden si quieres más ideas como esta más historias, más estrategias para opositores reales con vidas reales, para profesores que están hasta las narices de estar debajo de una pila de papeles que corregir o que firmar, o que rellenar, ya sabes, pásate por evoluciondocente.com apúntate gratis a nuestra newsletter, te llevas un regalito y cada lunes te va a llegar un email para que a las 7 de la mañana pues empieces el lunes con una risa, con un aprendizaje mientras tomas tu café. Así que nada, nos escuchamos el domingo que viene. ¡Chao, chao!